21 octubre 2006

Masonería al Descubierto de
Pepe Rodríguez

Muy esperado entre masones, salió a la luz en los primeros días de octubre el libro "Masonería al Descubierto" del prolífico y, a menudo, contestado Pepe Rodríguez. La mayor aportación del libro es la revisión pormenorizada de los avatares de la reciente historia de la Masonería en España, la que va desde la restauración democrática hasta la actualidad. Faltaba un libro así, que se enfrascara en el análisis de los sucesos de los últimos 30 años, con frecuencia confusos y polémicos, durante los que la Masonería española ha intentado e intenta llegar a una deseable estabilidad.

El libro de Rodríguez se presenta como un documento valioso y, con frecuencia, único hasta ahora, para comprender todos esos procesos recientes. Sin embargo, un lector crítico e informado no puede evitar la decepción de encontrarse un enfoque fuertemente sesgado de la Masonería moderna. El autor Rodríguez es un periodista que trabaja en su tesis doctoral en psicología y su libro no pasa de ser un documento periodístico, carente de rigor histórico. Hace uso de sus conocimientos sobre psicología para ir deslizando su mensaje, su concepto de lo que es bueno y malo en Masonería. Pero navega entre los islotes de su completo desconocimiento del tema del que está hablando, la transmisión de una idea ligada a su posicionamiento ideológico y político y un intenso amarillismo periodístico. De esta forma presenta las opciones masónicas como buenas, positivas e interesantes si van ligadas a conceptos políticos y sociales de izquierdas y como malas, retrógradas y deleznables si él considera que hay en ellas un aroma conservador, sin tener en cuenta que la Masonería es algo al margen de las corrientes políticas y que sus usos y costumbres no necesariamente responden a lo políticamente correcto de uno u otro momento histórico, sino a la búsqueda personal de sus miembros. Su amarillismo y estilo de periodismo sensacionalista le lleva a mostrar documentos internos de instituciones, que usa para criticar lo que no conoce, y, en el paroxismo de la más completa falta de educación, a relatar con lujo de detalles episodios como el de sus relaciones con la Gran Logia Femenina de España.

A lo largo de todo su libro y en todas las circunstancias que van surgiendo, el autor Rodríguez presenta la Masonería regular como una opción ridícula, inoperante y cargada de prejuicios. Por el contrario, la Masonería liberal es para él el paradigma del progresismo social. De este modo, se refiere siempre a la primera como regular (entrecomillado) y a la segunda como adogmática (sin entrecomillar), ignorando fehacientemente que toda la Masonería tiene como uno de sus pilares fundamentales el adogmatismo y que, si bien el término regular puede no ser el mejor, es el que está al uso para referirse a la Masonería practicada por el 90% de los masones del mundo. La cantidad de falsedades vertidas en el torrente del libro es enorme. A modo de ejemplo, me permito analizar aquí algunas de ellas.

Rodríguez aprovecha algunos procederes de autoridades relevantes de la Gran Logia de España que a él le parecen contestables como argumento desacreditativo de toda la Masonería regular. Él desea presentar la idea de que la GLE es insignificante en el contexto masónico español, formada por viejos ingleses borrachines y unos cuantos españoles retrógrados. Este es el mensaje que repite con insistencia en cada pasaje en que surge la posibilidad, sin importarle caer en contradicciones que son el producto de la continuada falsedad de la información. Por ejemplo, en el capítulo 16, en que hace un balance numérico de la masonería española actual, dice que la GLE tiene 2150 miembros (son unos pocos más, pero pase). Dice que, de ellos, los españoles son minoría: 850. De paso, estos 850 son poco más del 40% de los 2000 españoles que Rodríguez estima que hay en la Masonería española, entre todas las obediencias. O sea, según él, la Masonería regular (entre comillas, como a él le gusta) además de retrógada y colonizada por borrachines ingleses, es minoritaria en España. En otro lugar del libro, en el capítulo 11, cuando habla de la elección de Carretero como Gran Maestro de la GLE dice que obtuvo el voto del 90% de los ingleses y del 10% de los españoles. Ya ha dicho que los ingleses son muy mayoritarios. Además, según él, les pagaron el viaje para que fueran a votar y, más aún, el porcentaje de ellos que tienen derecho a voto en la GLE es mayor que el de españoles porque, los muy pillines, nunca repiten como venerables maestros (presidentes) en sus logias y sólo son los que han ocupado tal puesto los que pueden votar. Con todo y con eso, Carretero ganó por un estrecho margen de 17 votos de los 500 emitidos. ¿Cómo puede ser que la victoria fuera por un margen tan estrecho dadas las circunstancias que narra Rodríguez? Si los números y lo hechos fueran de acuerdo al relato de Rodríguez, Carretero debería haber ganado por 150 votos de diferencia, al menos. Dice también Rodríguez, en la nota 73 del capítulo 11, que Carretero hubo de nombrar a muchos ingleses como grandes oficiales en pago a su apoyo. El autor Rodríguez da como prueba la lista de tales oficiales extraída de un decreto de Carretero (no olvidemos que estos decretos son documentos internos y que puede ser éticamente deleznable que Rodríguez los airee). Pero en tal lista hay sólo 14 ciudadanos ingles de un total de 36 y en puestos no precisamente de los más relevantes. El asunto es completamente contradictorio, sobre todo para el que crea lo que Rodríguez dice de que la mayoría de los miembros de la GLE son ingleses. En realidad, lo cierto es que la mayor parte de la información que da Rodríguez es falsa. En la GLE hay cerca de 2500 miembros de los que 1700 son españoles, 600 ingleses y 200 de otros países, incluidos Alemania, Francia y varios países de la América hispanohablante. Muchos ingleses votaron a Carretero, como también lo hicieron muchos españoles. Por otra parte, el hecho que a Rodríguez le parece tramposo de que en las logias de la GLE los venerables maestros suelan cambiar todos los años o, como máximo, cada dos, siguiendo los reglamentos de la institución, puede fácilmente considerarse como virtud, puesto que evita el apego al cargo y facilita la movilidad de ideas y estilos. Critica también Rodríguez el sistema electoral de la GLE, en la que (en las asambleas) sólo tienen derecho de voto los que han presidido una logia. Puede no ser el mejor sistema pero, simplemente, da el voto a aquellos en quienes sus hermanos han depositado alguna vez su confianza para presidir los trabajos de la logia. En este sentido, no olvidemos algo que Rodríguez ha pasado por alto: las logias eligen a sus venerables maestros por sufragio universal y directo entre sus miembros.

En relación con la política y la Masonería, Rodríguez coloca a la GLE la etiqueta de ser de derechas. Esto se menciona de forma continuada a lo largo del libro. No olvidemos que es una idea fundamental de la Masonería regular el ser apolítica. Sin embargo, conviene mostrar la sesgada falsedad del mensaje de Rodríguez, de nuevo por vía de sus propias contradicciones. Dice en relación con la elección de Corominas como Gran Maestro de la GLE en 2002, que ganó por sólo una veintena de votos de diferencia, lo cual demuestra el rechazo hacia él de los miembros de la GLE por ser, dice Rodríguez, catalán y socialista (Corominas es un miembro del PSC, por el que ha sido parlamentario en dos legislaturas, entre otros puestos de relevancia). Si fuera como dice Rodríguez y Corominas fuera rechazado por ser catalán y socialista, ¿cómo es que ganó las elecciones? También en relación con la orientación política, Rodríguez dice que entre los masones españoles hay unos 200 miembros del PSOE. De ellos, unos 100 en la GLE y otros tantos en las demás obediencias. Pero según él, en la GLE sólo están el 42% de los masones españoles, por lo que, simplemente usando sus datos, resulta que el peso del PSOE en la GLE es mayor que en las demás obediencias. ¿Cómo puede ser, entonces, que sea tan de derechas como dice Rodríguez? Repito que la Masonería regular está al margen de las tendencias políticas y que en ella entran las personas de sólidos valores éticos que aceptan al Ser Supremo y que buscan el progreso personal interior y ello con estricta y explícita independencia de sus tendencias políticas y práctica religiosa.

Desde un punto de vista más general y ya para terminar con estos ejemplos, Rodríguez critica en todo momento a la que él denomina “masonería regular, teísta y dogmática, conservadora y retrógrada de obediencia inglesa”, de la que incluso llega a afirmar que es minoritaria, al hacerse eco de las palabras de la Gran Maestra Tejerina de la Gran Logia Simbólica Española, pero sacándolas de contexto, cuando afirma que la masonería mixta es la "opción masónica mayoritaria" (Tejerina se refiere a la GLSE, ciertamente, pero Rodríguez lo presenta como si hablara de la Masonería en general). Por lo generalista del contexto, quizá uno de los ataques más significativos y, al mismo tiempo, triviales a los principios de la Masonería regular que hace Rodríguez sea la nota 4 del capítulo 3. Rodríguez critica sin misericordia a la Gran Logia Unida de Inglaterra y sus principios que, dice correctamente, vienen a resumirse en la Regla de los Doce Puntos. Rodríguez añade que "será justo señalar que en la mayoría -por no decir en todas- de las obediencias regulares no se cumplen muchas de las normas obligatorias de la Regla de los 12 puntos". O sea, la GLUI pone esas normas, pero bueno, las obediencias regulares son muy retrógradas pero no tanto como para tomárselas en serio. ¿Qué dicen estas normas que parece ser tan retrógrado, abominable y contrario al sentido común? Rodríguez las da en el anexo 3 y un resumen de lo esencial de las mismas es el siguiente (el lector interesado puede encontrar la versión íntegra en www.gle.org/docepuntos.php):

1. La Masonería es una fraternidad iniciática que tiene como fundamento la creencia en el Gran Arquitecto del Universo.

2. Se basa en los "Antiguos Deberes".

3. Sólo pueden pertenecer a ella hombres libres que pongan en práctica el ideal de paz, amor y fraternidad.

4. Tiene como objetivo el perfeccionamiento moral de sus miembros y el de la humanidad.

5. Impone la práctica escrupulosa de sus rituales y simbolismo.

6. Impone el respeto a las creencias de cada uno y prohíbe la discusión o controversia de política y religión.

7. Los francmasones toman su juramento sobre el Volumen de la Ley Sagrada con el fin de dar a su promesa carácter solemne y perenne.

8. Se reúnen en logias que deben estar presididas por las Tres Grandes Luces de la Francmasonería.

9. Deben ser hombres de reputación perfecta.

10. Cultivan en sus logias el amor a la patria y el respeto a las autoridades.

11. Contribuyen por el ejemplo al esplendor de la orden.

12. Se deben mutuamente ayuda y protección.

¿Qué será lo que el autor Rodríguez encuentra de especialmente retrógrado en todo esto? ¿El respeto a la tradición ("Antiguos Deberes" que no son más que las Constituciones de Anderson de 1723)? ¿Que los masones deban ser libres, amantes de la paz o de buena reputación? ¿Que respeten a las autoridades? Desde luego que no. Para el autor Rodríguez lo deleznable de todo esto es lo que se refiere a las cuestiones espirituales (creencia en el Gran Arquitecto del Universo, presencia de las Tres Grandes Luces y juramento sobre el Volumen de la Ley Sagrada) y a la no presencia de la mujer. Miente al decir que la mayoría de las obediencias regulares incumplen estas reglas: las cumplen escrupulosamente todas. Lo que pasa es que el autor Rodríguez no comprende muy bien de qué está hablando o bien cae, como otros, en un planificado propagandismo o bien, las dos cosas. Una de las Tres Grandes Luces es el Volumen de la Ley Sagrada. Una de ellas. Simboliza la espiritualidad o trascendencia. Las otras dos Grandes Luces son la Escuadra y el Compás, que simbolizan los aspectos materiales y los intelectuales, respectivamente. Las tres luces deben estar presentes, según la Masonería regular. El juramento sobre el Volumen de la Ley Sagrada tiene por objeto, como explícitamente dice la regla 7, de dotarlo de solemnidad y perennidad. Lo que pasa es que, como el elemento material que suele utilizarse para representar el símbolo "Volumen de la Ley Sagrada" es la Biblia, Rodríguez interpreta, equivocada o tendenciosamente, que de lo que se trata es de rezar según los dogmas cristianos. Se equivoca, lo mismo que por lo que se refiere al Gran Arquitecto del Universo. Rodríguez repite hasta la saciedad que la Masonería regular es teísta. Hay masones teístas, indudablemente. Pero la Masonería regular, cuyos principios ideológicos se reflejan, por ejemplo, en esta Regla de los Doce Puntos o en las Constituciones de Anderson de 1723, en ningún momento indican un sesgo teísta. Insisten siempre que lo mencionan en la libertad de creencias de sus miembros, con la única limitación de que deben aceptar al Gran Arquitecto del Universo. Este mismo concepto se introdujo precisamente para evitar las particularizaciones de tipo religioso. Rodríguez no lo entiende, no lo quiere entender o, simplemente, su deseo es transmitir un mensaje periodístico con su opinión, sin importar lo alejado de la realidad que esté.

En definitiva, Rodríguez está al tanto de muchos cotilleos y ha conseguido que le filtren documentos internos aquí y allá. Demuestra también ser capaz de entrevistarse con muchas personas e incluso de obtener la confianza de algunas que después se arrepintieron de habérsela dado. Pero volvemos a encontrarnos con un libro sobre masonería que introduce más confusión que información, precisamente por la apariencia que el autor le da de ser exhaustivo y riguroso, sin serlo.

24 julio 2006

Entrevista al Sr. Bosch

Hoy, día 24 de julio de 2006, La Opinión de Tenerife publica una entrevista al Sr. Bosch Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo de España, la institución que administra los altos grados de la Gran Logia Simbólica Española. El artículo puede verse en las páginas del periódico (www.laopinion.es) o en www.masoneria.org.es/prensa.htm. Al leerlo, no he tenido más remedio que llegar a la conclusión de que la Masonería, tal como yo la entiendo, no tiene nada que ver con lo que plantea este señor. Dicho sea con todo respeto.

El Sr. Bosch, grado 33, dice que el principio masónico de no proselitismo es obsoleto, que la Masonería debe "evolucionar hacia la izquierda", que la Masonería que él entiende es "latina, revolucionaria, liberal (sic) y radical socialista", que están haciendo planes con TVE para grabar una exaltación al grado 33, que la "regularidad masónica es una memez (sic)". Dice que la filosofía masónica debe ser avanzar hacia la izquierda, la igualdad de sexos y de enseñanza y que lo demás son actos privados de la institución.

Se habla, a veces, de lo beneficiosa que sería la unión de todas las Obediencias Masónicas. Pero es que la Masonería tal como muchos de nosotros la entendemos no tiene nada que ver con lo que plantea este Sr. Muchos estamos convencidos de que precisamente el no proselitismo y la reserva son esenciales a la Masonería, de que la filosofía masónica se vive en su interior, de que la regularidad masónica es fundamental y de que la Masonería no debe ser de izquierdas ni de derechas.

Desde mi punto de vista, lo que el Sr. Bosch propone es muy digno pero no es Masonería, sino más bien, pseudomasonería. Su propuesta izquierdista-radical-propagandista está muy bien. No tiene que decir que es Masonería para triunfar.

03 abril 2006

Masonería Regular en España

Se dice en algunos ámbitos masónicos de internet de tendencia "liberal" que la Masonería española jamás tuvo relaciones con las “corrientes conservadoras” hasta la creación de una obediencia “conservadora” en 1982. El término “conservadora” aplicado a la Masonería resulta extraño o, cuando menos, ambiguo: la Masonería es, por una parte, esencialmente “progresista” en tanto que siempre ha trabajado por las libertades y los principios democráticos, por la igualdad y los derechos humanos. Por otra, el “conservadurismo” es uno de los pilares de la Masonería, referido al característico mantenimiento de las tradiciones ancestrales en sus ritos y ceremonias.

En realidad, a lo que se refieren en los ámbitos que he mencionado es al mil veces debatido asunto de la regularidad masónica entendida como el mantenimiento de relaciones con las obediencias anglosajonas y, en particular, con la Gran Logia Unida de Inglaterra. La obediencia "conservadora" fundada en España en 1982 mencionada es la Gran Logia de España. Al hablar de “corrientes conservadoras” se tiene además en mente, por un simple criterio de complementariedad, la existencia de una “corriente progresista”, encarnada en el Gran Oriente de Francia y las obediencias que mantienen relaciones con él. La diferencia clave, aunque no la única, entre una y otra corriente (independientemente del nombre que se le quiera dar) es que la primera (la regular, “conservadora” o con relaciones con las grandes obediencias anglosajonas) pone como requisito esencial a sus miembros y a sus logias el reconocimiento del Ser Supremo, como principio no dogmático y la segunda (la “irregular”, liberal, "adogmática" o “progresista”) no, admitiendo ateos en su seno. Independientemente del hecho de que el término “Masonería conservadora” nos parezca o no acertado y admitiéndolo momentáneamente en los términos explicados, veamos que la afirmación “la Masonería española jamás tuvo relaciones con las corrientes conservadoras” no es cierta.

En primer lugar, la Masonería moderna o especulativa nace en España mediante la fundación de la logia Matritense en 1728, en Madrid, bajo los auspicios de la Gran Logia de Inglaterra. Su fundador, el Duque de Wharton, había sido Gran Maestro de esta obediencia en 1722 y circunstancialmente, pocos años después fundó la Gran Logia de Francia. Se trataba de Masonería anglosajona. De hecho, quizá no debamos tener en cuenta este episodio porque, además de puntual, la logia Matritense estuvo formada sólo por británicos. Podemos incluso pasar por alto los siguientes episodios puntuales que hubo y la época en que, bajo la presidencia del rey Jose I Bonaparte, se crearon varias logias en España, unas bajo el Gran Oriente de Francia y otras bajo la Gran Logia Nacional de España, que él mismo fundó. Aunque ese fue el primer momento en que existieron logias españolas organizadas bajo una estructura administrativa superior, de ámbito nacional, el asunto terminó rápidamente con la llegada de Fernando VII al trono y la restauración de la Inquisición.

Llegamos a 1868 y, con “La Gloriosa” o gracias a ella, la Masonería puede al fin organizarse de una manera estable en España. Se crean logias por todo el territorio nacional y se establecen varias obediencias importantes. Hasta 1889 coexisten en España tres obediencias principales: el Gran Oriente Nacional de España, el Gran Oriente de España y el Gran Oriente Lusitano o Gran Oriente Lusitano Unido, como se denominó desde 1869. Éste llegó a contar con más de 50 logias en España, un número similar al de las que tenía en Portugal. El Gran Oriente Lusitano Unido obtuvo reconocimiento por parte de la Gran Logia Unida de Inglaterra en 1871 como la única obediencia regular en la Península Ibérica. Lo mismo hicieron la generalidad de las Grandes Logias de los Estados Unidos y las demás obediencias de todo el mundo que mantenían relaciones con ellas. Además, el Gran Oriente Lusitano Unido rompió en 1876 las relaciones que previamente mantenía con el Gran Oriente de Francia. En 1877 esta obediencia elimina la necesidad de la aceptación del Ser Supremo lo que origina el cisma de la Masonería. Es decir, una buena parte de las logias españolas eran de la “corriente conservadora” a la que se refieren en los mencionados foros. No cabe decir que eran portuguesas o que la obediencia a la que estaban adscritas era portuguesa porque dicha obediencia tenía vocación ibérica y, como hemos dicho, así lo reconocían las obediencias con las que mantenía relaciones. Ello con independencia de que el criterio nos parezca o no adecuado, puesto que de lo que estamos hablando aquí es de la relación con la “corriente conservadora” de las logias españolas.

Cuando la Masonería española se organizó, muchas logias del Gran Oriente Lusitano Unido empezaron a migrar, sobre todo, hacia el Gran Oriente de España. En aquella época era frecuente (y ese era el caso de las tres obediencias principales de que estamos hablando en España y Portugal) que un Gran Oriente incluyera en su seno dos estructuras: una Gran Logia y un Supremo Consejo. La primera se ocupaba de los grados simbólicos (hasta el tercero, de maestro masón) y la segunda de los superiores (del cuarto al 33º en el caso del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que es el que nos ocupa). Era frecuente que la misma persona presidiera ambas estructuras, siendo también presidente del Gran Oriente. No era así en los países anglosajones, donde los Supremos Consejos eran estructuras separadas, tal como ocurre ahora también en España. En 1875 se realizó un "Convento Universal del Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado" en Lausana en el que participaron la generalidad de los Supremos Consejos para constituir la regularidad del rito. Nótese, en este sentido, que el término "regularidad" no es aplicable sólo al contexto del reconocimiento de la Gran Logia Unida de Inglaterra. Se realizó una constitución que sigue siendo la referencia mundial para los Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. España, aún muy inmadura masónicamente, no estuvo presente. Sin embargo, el Gran Oriente de España, a través de su Supremo Consejo, obtuvo en 1881 el reconocimiento del Supremo Consejo de la Conferencia Sur de Estados Unidos, el más importante del mundo en aquel momento, con el famoso Albert Pike, 33º, a la cabeza, como única potencia regular de España. Acto seguido fue reconocido por todos los Supremos Consejos que intervinieron en Lausana. Estamos hablando de los Supremos Consejos. Aquí no está la Gran Logia Unida de Inglaterra (“paradigma de la masonería conservadora” según algunos). Pero todos estos Supremos Consejos mantenían relaciones con ella y con las Grandes Logias de Estados Unidos. Estamos hablando, por tanto, de la mencionada “corriente conservadora”.

En 1889 nace el Gran Oriente Español, aglutinando a casi todas las logias y cuerpos superiores del Gran Oriente de España y del Gran Oriente Nacional de España. El Gran Oriente Español mantuvo relaciones con el Gran Oriente de Francia (“corriente progresista”). Sin embargo, su Supremo Consejo siguió relacionándose con los “conservadores”. Lo vemos en la nómina del Convento de Washington de 1912 y así siguió hasta los lamentables acontecimientos que, en 1936, acabaron con la Masonería y con otras muchas cosas en España, al menos por un tiempo.

La Masonería vuelve a España en 1978. En 1982 se crea la Gran Logia de España con el reconocimiento de la Gran Logia Unida de Inglaterra, la Gran Logia Nacional Francesa, las Grandes Logias de Estados Unidos y las Grandes Logias regulares de México y de los países sudamericanos. “Corriente conservadora” de nuevo, unida, salvo algún breve período, al tradicional Supremo Consejo que mantiene y ha mantenido siempre relaciones con los Supremos Consejos regulares emanados del Convento de Lausana. En 2001, el Gran Oriente Español, la obediencia tradicional, con más de un siglo de vida, se une a la Gran Logia de España.

En resumen, no es nuestra intención sugerir en estas líneas una supremacía de unas corrientes masónicas frente a otras. Pero sí hemos querido poner de manifiesto, aportando algunos datos, que es falsa la afirmación de que la Masonería española nunca, hasta 1982, se relacionó con las “corrientes conservadoras”. No queremos terminar sin insistir, una vez más, en que semejante término es, en todo caso, muy inadecuado para referirse a la institución masónica y que es preferible llamar a las cosas por su nombre y usar el término Masonería Regular para referirse a la tradición de las Constituciones de Anderson de 1723 y, como hemos mencionado aquí, del Convento de Lausana de 1875.

09 marzo 2006

Obediencias masónicas en España

El objetivo de esta página es dar una información aproximada de las organizaciones masónicas o grupos autodefinidos como masónicos que trabajan en España en aras de una mejor comprensión del peso específico e histórico que cada una de ellas tiene. No haremos en esta página más valoraciones que las imprescindibles sobre la autenticidad, el rigor o el valor histórico o tradicional del trabajo que desarrollan los distintos grupos, limitándonos a enumerar a los grupos que se definen a sí mismos como masónicos, con independencia del reconocimiento internacional que tengan. En este sentido y en primer lugar, deben tenerse en cuenta los siguientes factores que caracterizan la organización administrativa de la Masonería o de los grupos llamados masónicos en general:

1. La unidad esencial de la Masonería, que posee toda la capacidad iniciática y ritual, es la logia. Las logias están presididas por un maestro masón y agrupan a algunas decenas de miembros.

2. Las logias se agrupan en obediencias. Son éstas las que tienen la máxima capacidad administrativa y, en principio, la potestad de dar cartas patentes a las logias para que puedan desempeñar su labor con el debido reconocimiento nacional e internacional.

3. No existen instancias de rango superior a las obediencias. No obstante, las obediencias pueden federarse entre sí u otorgarse mutuo reconocimiento. Estos reconocimientos no son necesarios, pero son fundamentales en el contexto del principio de universalidad de la Masonería.

4. Muchas de las grandes Obediencias nacionales se caracterizan por considerar que el reconocimiento del Ser Supremo es imprescindible en la Masonería. Tabajan a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo y en presencia de las Tres Grandes Luces de la Masonería y no discuten ni se pronuncian sobre cuestiones de política y religión. Estas obediencias que, además, son masculinas, consituyen la "Masonería Regular" y, aunque hay excepciones, casi siempre reconocen a una sóla Obediencia en cada país.

5. Estos principios no son de obligado cumplimiento. De hecho, nada obliga a una obediencia, grupo masónico o logia a asociarse con otras, excepto el deseo del mutuo reconocimiento y el mencionado principio de universalidad del trabajo masónico. Desde hace tiempo han surgido otras obediencias o grupos de ámbito territorial, nacional o, a veces, internacional, que han desarrollado una masonería a veces rigurosa y plena en sus formas, a veces más próxima a la actividad de una ONG o de un grupo de opinión, a veces incluso a lo que, más bien, podría llamarse "pseudomasonería". Muchas de ellas se han asociado en diversos grupos internacionales y suelen denominarse "Masonería Liberal".

6. En España, como en muchos otros países, han convivido siempre un cierto número de obediencias o grupos masónicos independientes. En la actualidad, la Masonería en España se caracteriza por la presencia de una obediencia regular, la Gran Logia de España, con reconocimiento por la generalidad de las Grandes Logias Regulares de todo el mundo y un cierto número de obediencias o grupos menores, que no gozan de este reconocimiento, pero que se asocian entre sí o con otras obediencias extranjeras.

Sigue una lista de las obediencias o grupos masónicos que, según nuestra información, trabajan en España, con especificación del número aproximado de logias y miembros y algún comentario sobre su origen y características. Estos números no pueden ser tomados en ningún caso como exactos ni, mucho menos, como oficiales.


OBEDIENCIA

N. LOGIAS N. MIEMBROS
Gran Logia de España 140 2500

Se fundó en 1982 y obtuvo el reconocimiento de la generalidad de las grandes obediencias nacionales de todo el mundo. Es, por tanto, la representante de la Masonería Regular en España. En ella se practican los ritos Escocés Antiguo y Aceptado, Emulación, Escocés Rectificado, Antiguo de York, Danés, Schroeder y Moderno o Francés.

Gran Oriente Español - -
Obediencia tradicional española nacida en 1889 a raíz de la fusión de las dos principales obediencias del momento: el Gran Oriente de España y el Gran Oriente Nacional de España. Fue la principal obediencia en la época de la II Republica Española y la única que se mantuvo activa, en el exilio, durante los años de la dictadura. Volvió a España en 1979, cuando se restableció la legalidad de la Masonería. Tras diversas escisiones y dificultades, se unió a la Gran Logia de España en 2001.
Supremo Consejo del Grado 33 y último para España del Rito Escocés Antiguo y Aceptado 30 500

Fundado en 1804, es la institución más antigua de la Masonería española. Administra los altos grados (del 4 al 33) del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Todos sus miembros han de estar adscritos de una Obediencia Simbólica Regular, como la Gran Logia de España, de la que proceden casi todos ellos.

Gran Logia Simbólica Española

30

400

Nació en 1980 como una de las ramas surgidas de la escisión producida durante el proceso de vuelta a la legalidad de la Masonería en España. Está formada por logias mixtas y en ella se practica el rito Escocés Antiguo y Aceptado.

Gran Oriente Español Unido - -
Nació en 1979 durante el proceso de restablecimiento de la legalidad de la Masonería en España. Posteriormente se incorporó a la Gran Logia Simbólica Española.

Gran Logia Femenina de España

7

100

Fundada en 2005 es la única representante de la Masonería exclusivamente femenina en España. Practica el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

Gran Logia Confederada de España

6

100

Nacida en 2006 mediante la federación de la Gran Logia de Canarias y otras logias no adscritas a ninguna jurisdicción. Practica el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.

Gran Priorato de Hispania

3

50

Fundado en 2004 por miembros escindidos de la Gran Logia de España. Practica en exclusiva el Rito Escocés Rectificado, reservado a masones cristianos.

Gran Oriente Ibérico

(1)

(15)

Constituido a principios de los años 2000, no dispongo de noticias recientes sobre él.

Gran Logia de Cataluña

(1)

(15)

Constituida en los años 1990, no dispongo de noticias recientes sobre ella.

Gran Orient de Catalunya

7

80

Fundado en 1989, declara el "territorio nacional catalán" como su ámbito de jurisdicción y tiene entre sus objetivos el "reforzamiento del patriotismo catalán".

Derecho Humano

8

120

Obediencia tradicional mixta nacida en Francia en 1893 con vocación internacional. Su presencia en España se inicia en 1921, se interrumpe, como el resto de la Masonería, durante el régimen dictatorial y se reanuda en 1978.

Gran Oriente de Francia

5

120

Es una de las grandes obediencias históricas de la Masonería. No se atiene al principio de limitar su jurisdicción a las fronteras nacionales, por lo que posee logias bajo su dependencia en varios países, además de Francia. La admisión de ateos es quizá su característica distintiva más notoria. Sus logias españolas practican los ritos Moderno o Francés y Escocés Antiguo y Aceptado.

Gran Logia de Francia

2

30

Es una de las grandes obediencias históricas de la Masonería. No se atiene al principio de limitar su jurisdicción a las fronteras nacionales, por lo que posee logias bajo su dependencia en varios países, además de Francia. Sus principios de funcionamiento son similares a los de la Masonería Regular, pero no forma parte de esta corriente.

08 marzo 2006

Principios de la Masonería

La masonería es una orden iniciática que pretende la evolución ética, moral y espiritual de sus miembros. En la búsqueda de esta evolución, la masonería descansa en la investigación de la verdad, la práctica de la solidaridad, el estudio de la moral y el perfeccionamiento intelectual y social de la humanidad. El término iniciático se refiere a la esencia del reconocimiento de un tipo de vida, reflexión personal y experiencia. Los masones reconocen a un Ser Supremo, al que denominan Gran Arquitecto del Universo, y sustentan los postulados de Libertad, Igualdad y Fraternidad. No admiten más diferencias entre los hombres que las que se derivan de sus méritos y no rechazan a nadie por sus creencias u opiniones. Se reconocen entre sí como Hermanos. Se deben ayuda y asistencia, teniendo la obligación de practicar la solidaridad humana. Respetan la opinión ajena y defienden la libertad de expresión. Aman a su patria, respetan la ley y la autoridad legítima del país en que viven y en el que se reúnen libremente. La masonería exalta la tolerancia, rechaza radicalmente el dogmatismo y el fanatismo y aleja de sus templos las discusiones de política partidista y religión.